Me proponía escribir un artículo sesudo sobre la eficacia del modelo asociativo de tratamiento para la rehabilitación de la ludopatía pero escondido en el fondo de mi armario digital apareció este vídeo y creo que no tengo mucho más que explicar ni defender…
Antes de seguir visualiza el siguiente vídeo:
El proceso de tratamiento establecido por el modelo asociativo en nuestro país, y yo diría que en el mundo, parte de esa premisa “si yo, tu” o si tu,…yo”, porque esa es la disposición que tiene que tener la persona acogedora en el primer instante.
Nos enfrentamos, al realizar lo que llamamos la acogida, a un ser que viene desesperado y con sensación de ser un excluido, de ser único, de ser raro, de ser malo, de ser vicioso…… nuestra disposición tiene que ser de identificación, sin juzgar, manifestando nuestra propia experiencia, abriendo los brazos a la comprensión terapéutica y, de un plumazo, desbaratar los prejuicios que el acogido trae en su mochila.” si tu…, yo”.
El primer contacto es importante para el acogido porque no se verá juzgado, no se verá recriminado y establecerá, muchas veces por primera vez, en su cabecita la idea de que sus vivencias no son únicas y que hay una salida a su tormentosa situación “si yo…, tu”
A partir de esa disposición abierta y estableciendo el feedback correspondiente, podemos ponernos a la altura del acogido para establecer pautas de comportamiento y de pensamiento que vayan logrando los objetivos de abstinencia y, al mismo tiempo, empezar la reestructuración cognitiva de esa persona.
Una vez integrado en el tratamiento, permanecemos con esa estrategia de identificación y de coordinación en las soluciones puntuales que alcancen la rehabilitación global de nuestro amigo, del “tu” pero que a la vez perfeccionan al “yo”.
Tenemos la estrategia, ahora bien, no debemos perdernos en sentimentalismos estériles, sino que este proceso de cambio tiene que venir reforzado por unos compromisos y una disciplina terapéutica que garantice el éxito del programa.
Por supuesto, todas estas consideraciones también valen para el entorno familiar del adicto que, lejos de persistir en sus juicios y sus recriminaciones, debe apostar (nunca mejor empleada la palabra apostar) por esa disposición de ayuda constructiva de arrodillarse para levantarse los dos, o los tres o los cuatro.
Si conseguimos esa disposición en el entorno del adicto, y a la vez subimos al autobús terapéutico a ese entorno logrando la continuidad de esa premisa, no sólo lograremos levantar al adicto, sino que pasaremos de “si yo,…tu” o del “si tu..., yo” alcanzando el NOSOTROS.